La llamada animal

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Animales: Maestros y Sanadores

domingo, 2 de febrero de 2014

NUT, EL PERRO CIEGO QUE FUE MIS OJOS.



La historia de estos dos dogos alemanes, Lilly y Maddison, uno ciego y otro su  lazarillo, me trajo a la mente mi experiencia con un dogo alemán, que era ciego y sordo, y que fue mis ojos y mis sentidos, en un momento de mi vida, donde estaba ciega a  muchas cosas que había a mi alrededor.




Hoy mientras paseaba por la montaña con mis hijos, entre olivos, viñas y grandes algarrobos me cruzado con un señor mayor que iba paseando con su perro, en verdad, lo he visto a lo lejos y el perro a nosotros también, y ha venido corriendo a saludarnos, era un pointer precioso, ha venido nos ha saludado y se ha marchado a la llamada del hombre. Más adelante había una finca cerrada y había perros, que se han puesto a ladrar cuando nos han visto pasar, nos han mirado todo el camino que pasaba cercano a su finca, eran jóvenes y estaban rebosantes de energía, ladraban y jugaban entre ellos. Mientras jugábamos entre algarrobos enormes que nos hacían de casa, y olfateábamos al viento como si fuésemos lobos, he pensado en todo lo que he experimentado con perros, cuantos he conocido, cuantos vínculos establecidos y cuantos apendizajes. Creemos que sabemos mucho sobre ellos, el humano ha creado razas, los ha seleccionado para trabajar con ellos, para que los acompañaran en batallas, para que cazaran, salvaran vidas entre escombros, ayudaran en diferentes terapias, hasta para detectar sintomatologías de enfermos y darles un mayor bienestar.

Pero después de tantos y tantos años con ellos, nos hemos parado poco a observarles, quizás su proximidad con el ser humano ha sido el causante de eso mismo, lo que está más próximo a uno, siempre es más difícil de observar, es como una ley, de hecho a nosotros mismos no nos observamos casi nunca, por no decir nunca, es todo un ejercicio de meditación observarse. Así que tenemos un ser sintiente, que nos conoce como nadie nos conoce, ni siquiera nosotros mimos, quizás incluso nosotros somos los que menos nos conocemos. ¿Y porque ellos nos conocen también? Pues porque nos han observado muchísimo tiempo. ¿Acaso no os habéis dado cuenta de cómo te observa tu perro? Es lo que hacen la mayor parte de tu tiempo, por eso son capaces de saber tanto de ti, de anteponerse a tantas y tantas cosas, y nosotros nos maravillamos cuando sentimos en nuestros corazones esa lealtad, ese amor incondicional y personalmente me maravilla la aceptación total de quienes somos, como nos aceptan a pesar de nuestras más oscuras sombras, de nuestras más horribles fobias y hasta cuando de tanto en tanto aparece ese Mr. Hyde que todos tenemos dentro.

Cuando trabajaba en una residencia de perros y gatos, pase mucho tiempo con ellos, en contacto directo, trabajaba de lunes a domingo, todo el día, los cuidaba, daba de comer, bañaba, curaba si tenían algo, los paseaba y juagaba con ellos, y eso me permitió hacer lo que fue para mí la mayor técnica que he aprendido para saber quiénes son y como son, observarles. Había muchos perros que eran muy amigables y que siempre tenían esa sonrisa para ti, que aceptaban el quedarse sin su humano unos días y disfrutaban en el campo, pero había  muchos otros que lo pasaban muy mal, echaban de menos su humano, lloraban e incluso algunos de ellos tenían miedo y le hacía ser inseguros y agresivos. Con los primeros me lo pase super bien, pero los segundos fueron los que más me enseñaron y de los que guardo como el caso que os hablaré hoy, más en el corazón.

Trabajando allí con tantos animales diferentes, me di cuenta que no debía forzar nada, y sobretodo me limite a observarles horas y horas, incluso me quedaba horas que estaban fuera de mi horario simplemente para sentarme en un olivo y observarles, así me di cuenta de  que si era capaz de dejar que fluyera la relación, si era capaz de ganar esa confianza, ese vínculo, todo podría darse. Había que respetar algo muy importante, algo que tuve claro desde el minuto uno, el tempo del perro, el ritmo propio de un ser. El tiempo que necesitaba para sentirse seguro en mi presencia, el tiempo que tardaba en sentirse a salvo y ponerse a dormir, el tiempo que necesitaba cada uno para salir y estar contento en el paseo, permitirse olisquear y hasta jugar con los pajarillos que iban a robarles los granos de pienso. Todo estribaba en eso, el tempo, el ritmo. Y observarles sin interaccionar con ellos, respetando su tempo, fue la manera más efectiva de poder generar un vínculo con ellos, que me permitirán ser su compañera humana.


Guardo en el corazón a algunas historias sobre como me enseñaron lo que era el vínculo, como el caso de un dogo alemán arlequín que trajeron de residencia, pondré que se llama “Nut” por aquello de la privacidad,  que era ciego y sordo. Me lo dejaron en un parque con una cuerda larga, para poderlo manipular, pues si ya suelen ser miedosos de por sí, de ahí que Scooby Doo sea un dogo jejeje,  este tenía una inseguridad tal que no dejaba que nadie se acercarse. Tan sólo olerme sin ni siquiera entrar al parque ya se puso a gruñir y a temblar a la misma vez,  además tenía los ojos blanquecinos de la ceguera y del estrés extremadamente saltones, parecía que se le iban a salir,  así que pensé que con ese animal , no me iba a valer nada de las señales de calma pues no podía verme, ni siquiera unan voz dulce y serena, pues no podía escucharme, así que tuve que usar mi ingenio y pensé si algo le llegará será oliendo sobretodo, así que intenté llevar comida, latita rica, pero bueno, ya sabéis que cuando uno está estresado en ese nivel de ansiedad, hay poco que hacer con la comida, el que fuera un perro tan grande dificultaba el manejo, pues debía llevarlo a un box, sin que se tropezara ni se hiciera daño, pero claro antes de eso, debía poder acercarme a él. Llegaba la noche, para complicarlo todo más, así que mientras lo dejaba allí tranquilo fui sacando otros perros, haciendo otras tareas, para darle tiempo a olerme por allí,  a que me sintiera, porque estaba totalmente segura que él me podría sentir, además de olerme. También era consciente de que a través de sus patas y cuerpo podía sentir los pasos y animales que había cerca, así que le deje como unas dos horas en el parque habituándose él sólo al entorno.

Cuando ya era muy tarde sentí que había llegado el momento, no podía quedarme más tiempo y ya debía hacer algo. Así que respire hondo y le  dije mentalmente, “sólo quiero llevarte  a la habitación para que estés mejor, no voy a tocarte ni a hacer nada que tú no quieras, solo a coger el extremo de la cuerda y una vez allí te dejaré. Por favor intenta no moverte demasiado rápido para no dañarnos”. Y respire profundamente un par de veces y entré al parque, el gruño pero yo hice igual que con cualquier otro perro, no fui directamente , hable, pero mentalmente, en vez de voz alta, iba serena y segura, y una vez que me acerque cogí el extremo de la cuerda y empecé a caminar, no lo mire en ningún momento, ni me gire, ni me pare, camine tranquila, despacio, sin detenerme hasta su box y una vez allí lo entre y salí sin parame, era como una coreografía, no podía detenerme, pero tampoco correr ni ser brusca, además de ser serena y calmada, aun no sé muy bien, ni como fui capaz, porque yo mido algo más de metro y medio, y Nut era imponente, pero ahora sé que él me escucho, que le llego aquel ruego, porque así fue lo que hice, un ruego para poder ponerlo bajo techo, seguro y tranquilo. Una vez dentro de la habitación, yo suspiré, él me gruño unan vez más y le di las gracias, había sido un día largo y quería descansar y me fui.


Lo observé durante días, sabía cómo sacarlo y meterlo de su habitación, pero no era capaz de establecer nada más, así que yo seguía hablándole, mentalmente , y me sentaba con él en el parque mientras él se quedaba fijo haciendo un gran pipi y poco más. Hasta que llegó el día que sin darme cuenta, me tocó con su enorme cabeza en mi espalda, yo estaba de espaldas a él, fingiendo no hacer nada, bueno mucho no hacía, solo le observaba,  y le hablaba con cariño hasta a veces imaginaba como si le acariciase, y me quede parada, no me esperaba que se acercara tanto, habían pasado ya unos cuantos días desde su ingreso en la residencia, y parecía que iba para larga su estancia. Me quede quieta, y le sonreí, así que me dio como un toquecito, como una oveja, y entonces sentí que ya confiaba en mí, que algo se había creado entre él y yo, desde aquel mismo momento nos unimos, caminaba todo el rato pegado a mí, era como si llevara un enorme vagón detrás de mí siempre, y a los días paso a mi lado derecho, iba tocando mi cuerpo con él, así se sentía seguro, cuando yo paraba, él se paraba, si yo andaba él andaba. Estuvo mucho tiempo allí, de hecho los humanos, que convivían con él lo dejaron allí sin pagar, ni dar señales de vida, y durante todo ese tiempo, no se separó de mí en ningún momento, yo lo sacaba hasta cuando iba a limpiar, porque no se metía con nadie, él solo iba a mi lado, cuando llegaba por la mañana ya le abría la puerta y me tocaba la cabeza en mi lado y ala, era como si lo llevase atado, pero sin nada físico. Sólo se ponía nervioso cuando entraban mis jefes o alguien que él no conocía. Estuve con él unos meses, no recuerdo cuanto tiempo fue exactamente, pero sé que llego un día, que los humanos aparecieron y pidieron  a “su” perro.

Supongo que todos os haréis una idea, de cómo me sentía, rabiosa, cabreada, ¿que ahora aparecen? ¿Ya tienen dinero y se han acordado de él? ¿Y qué puedo hacer? ¿Lo cojo y saltamos la valla y me lo llevo a casa? Os puedo asegurar que eso y mil cosas más descabelladas pasaron por mi mente, pero no lo hice, me negué a sacarlo, así que entro mi jefe, Nut se puso tenso, no quería, ya sabía de sobras lo que pasaba, así que viendo que sino ponía de su parte todo sería peor, me adelante y le dije a mi jefe que saliera, lo mire y lo toque, le di un beso y le abrace, pero él no ponía su cabeza en mi cuerpo, lo sabía todo, así que se lo intente explicar, apenas podía ordenar mis pensamientos, y como pude le dije que pasaba, y espere a su reacción,  pasados unos instantes supe que era lo que debía hacer, él se pegó a mí y salimos, allí estaban sus “dueños” , ni les miré, cuando iba llegando afuera de la finca, él se paró pero yo no me había parado aun,  así que me quede quieta de repente sentí un frio, como si algo se hubiera desprendido, algo se había desatado. Él lo hizo por mí, para ponérmelo fácil,  estoy segura, nos separamos, lo cogieron de la correa y yo ya no pude mirar atrás, corrí y corrí hacia dentro, y lo escuchaba ladrar, aullar y como se revolvía de los humanos que lo llevaban hasta el coche, entre llorando a la residencia y me senté dentro de un box, dos gatitos que Vivian libres por allí  vinieron corriendo y se sentaron junto a mí, hubo ladridos y algún aullido de los perros que había  en aquellos momentos, después silencio, ya no tenía que hablar más con mi mente, no hacía falta, ya no sentiría aquel enorme animal a mi lado derecho como si fuésemos siameses, se me rompió algo por dentro, me sentí fatal por no haber hecho algo, el qué no lo sé, pero algo, como decirle a sus “dueños” que eran unos impresentables y que nos les daba el perro, escaparme lejos con él, seguir teniéndole allí aunque hubiera sido a escondidas, no lo sé, sólo sé que hice lo que algo me dijo que hiciera, en aquellos momentos en su habitación, cuando le explique lo que pasaba y de repente supe que debía hacer y a la misma vez él se puso  a mi lado y salimos.



Hoy sé que todo esto fue comunicación animal, aunque aún no sabía ni que existiera, hoy sé que lo que se estableció fue un vínculo de puro amor entre los dos, hoy sé que los dos nos respetábamos nuestros tempos, ritmos, aun estando horas pegados el uno al otro, hoy sé que cuando él se paró y yo aún caminaba él soltó ese lazo que nos unía para que  la despedida fuera más fácil para mí, hoy sé que como perro que vive sus emociones no se guardó nada y en el mismo momento en que me fui, lloro y aulló por mi ausencia, hoy sé que hice lo que debí hacer y hoy por fin después de tantos y tantos años me he perdonado por ello.

Gracias Nut, por ser esa parte de mí, por ser mis ojos para todo lo invisible que no veía pero que ahí estaba, y sobre todo gracias por perdonarme y hacer que hoy me perdone, ese cordón dorado de amor no se rompió del todo, aún está ahí, porque ahora mismo aun siento tu calor a mi lado. Te quiero.


Asi Hidalgo

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2 comentarios:

  1. Una comunicación preciosa, me ha encogido el corazón, pero ellos son más sabios que nosotros ¿Verdad?

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    1. Hola Esther! Pues para mi sí, son más puros, más intensos, más sinceros, se aceptan como son, algo que nos cuesta a nosotros la vida hacer, así que si me parecen mas sabios, solo por eso jejeje, unos maravillosos maestros que tenemos el privilegio de tener cerca!

      Gracias! Abrazo! :)

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